Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel… El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. Éxodo 3:7-9.

Estas palabras, que Dios dirigiera a Moisés durante su primer encuentro con él, son aplicables a cada uno de nosotros, que sufrimos todo el dolor de vivir en este mundo de pecado.

Dios conoce tus aflicciones. Las ve, las contempla, y se conmueve por tu dolor. Y ha oído tu clamor, tus oraciones. No caen en saco roto, aun cuando todavía no veas la respuesta. Tarde o temprano, vendrá la liberación de tus problemas actuales, terrenales, además de la gran liberación final cuando Jesús venga a buscarnos.

Dios no es solo un ser compasivo, que pasivamente se sienta únicamente a darte sus condolencias. No, él es un Dios todopoderoso, que está planificando tu liberación. Él realiza acciones concretas, aunque no siempre entiendas cómo, para poner un límite a tus angustias. Los que hace tiempo andamos con Dios podemos dar testimonio de cómo Dios nos ha librado de situaciones y circunstancias angustiosas, y nos ha devuelto la paz y la serenidad luego de atravesar por conflictos y luchas.

Muchos creyentes quisieran construir aquí su paraíso terrenal, y esperan que Dios les resuelva todos sus problemas del aquí y ahora. Pero el propósito de Dios es más sublime. Nos está preparando una patria “mejor, esto es, celestial” (Heb. 11:16). Es “una tierra buena y ancha”, donde ya no habrá limitaciones para el bienestar y la felicidad como las que ha provocado el terrible experimento de la rebelión en este mundo. Esa sí será la liberación definitiva y gloriosa de todos nuestros pesares.

La segunda venida de Cristo, con todas las glorias que la acompañan, es la gran respuesta de Dios a la experiencia de dolor que nos ha traído el pecado. Esta venida nos asegura que el dolor no existirá para siempre. Aférrate hoy a esta bendita esperanza de liberación.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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